Por: Delia Herrera
Pocas veces le damos importancia a la comunicación que tenemos con nuestros hijos y el modelo de persona que somos para ellos.
En las pequeñas acciones de la convivencia diaria está el éxito de las buenas relaciones entre los miembros de la familia, es importante tomar en cuenta los siguientes aspectos:
- Abrázalos: Los abrazos son antidepresivos naturales, que proporcionan serenidad y equilibrio. No todo se resuelve con palabras.
- Saber decir No cuando es necesario: No todo es bueno, para nosotros, ni para nuestros hijos. Aprendamos a decir que no, a corregirnos mutuamente, a seleccionar lo que está bien y lo que no.
- Asegurarse de que el niño escucha: Es importante mirar a los ojos del niño cuando se le habla. Y tomarse unos segundos para saber que lo dicho esta entendido.
- Pedir las cosas de una forma simple y concisa: Los niños suelen esforzarse para llevar a cabo una orden que reciben. Pero es difícil para ellos recordar todo. Por eso, es mejor decir las cosas de manera sencilla.
- Detallar al niño las consecuencias de sus actos: Cuando se le explica que “si haces esto sucederá aquello”, sabrá el por qué y podrá entender lo bueno y lo malo de su conducta. Ponerse al nivel de sus ojos: El contacto visual mejora la comunicación y el niño podrá sentirse más cerca y empatizar mejor con los gestos de los adultos que le hablan.
- Felicitar al niño cuando se porta bien: Darle felicitaciones, gestos de aprobación y cariño, como pueden ser una sonrisa, una caricia o un abrazo. Sobre todo, si ha cumplido con algo que no quería hacer.
- Escuchar con atención y cultivar el dialogo: Los niños necesitan sentirse escuchados, poder compartir con los mayores sus descubrimientos, sus ideas y sus historias. Les sirve para conocerse a sí mismos. Hablar las cosas fortalecerá la relación.