Es habitual que todos los niños demuestren una oposición, molestia o desafío cuando están ante una situación de estrés o no se satisface lo que ellos consideran “sus necesidades” Pueden retar, contestar, desobedecer los adultos que los rodean, cuando no se le es proporciona la atención necesaria, especialmente a las personas que ejercen control sobre ellos. Pero cuando el disgusto se convierte en hostilidad, confortamiento, desobediencia, falta de cooperación y además presenta dificultades en su rendimiento académico y actividades sociales se puede comenzar a manifestar un trastorno de conducta oposicionista desafiante.

Según Sociedad Americana de Psiquiatría este trastorno infantil, es caracterizado por un patrón de comportamiento negativo, hostil y desafiante hacia las figuras de autoridad que tienen una duración al menos de 6 meses y que por lo general, prevalece en varones de 4 a 6 años, los comportamientos negativos, se expresan en terquedad, renuncia al compromiso, ceder o negociar con adultos, además de no aceptar ser culpable de sus actos. Frecuentemente, los niños con TOD tienden trasgredir y desafiar los límites impuestos por los padres, especialmente por la madre. La hostilidad también puede dirigirse a maestros y compañeros, utiliza frecuentemente agresiones verbales y emplea a menudo el “NO” ante las órdenes, sugeridas o consejos.

Si se observa 4 o más de los siguientes comportamientos en el niño, se puede encontrar ante un Trastorno Oposicionista Desafiante:

  • Frecuentemente se encoleriza e incurre en pataletas.
  • A menudo discute con los adultos.
  • Normalmente desafía a los adultos y se rehúsa a cumplir normas.
  • Implica a otros en sus errores o mal comportamiento.
  • Mantiene una actitud colérica y es resentido.
  • Es molestado fácilmente por otros.
  • Recurrentemente es vengativo y rencoroso.

En la actualidad, los niños manifiestan conductas que suelen ser inexplicable para los padres, en muchos de los casos suelen ser comportamientos perturbadores para los familiares, amigos y maestros. La mayoría de los papás, creen mantener el control de los comportamientos no deseados del niño “malcriado” recurriendo a la disciplina, los castigos simbólicos y hasta físicos. Pero cuando la conducta perturbadora no cesa a pesar de los castigos se pregunta.  ¿Por qué mi niño es así? Lo que se desconoce, es que la infancia no es un paraíso, los trastornos emocionales no son exclusividad de los adultos, existen un sin fin de complicaciones afectivas y cognitivas que pueden originar desde trastornos de aprendizaje, hasta trastornos que comprometen gravemente al niño, precediendo a una adultez tortuosa.

Ahora bien, en el caso de los comportamientos violentos durante la infancia, pueden tener una prolongación y con influencia de un ambiente desfavorable, puede llegar a solidificarse en un trastorno de personalidad antisocial.  En relación a los expuesto, es pertinente invitar al contacto y observación de los niños, en caso de percibir conductas desfavorables, que perjudiquen su actividad social, académica y familiar.  Se debe recurrir a un psicólogo o psiquiatra, para un abordaje profundo del problema y así garantizar un bienestar físico y mental del niño.